viernes, 11 de abril de 2014

El Gusto por el Buen Café







El Centro Histórico a las 7:30 de la noche del día lunes, empezaba a verse con actividad turística de semana santa, observándose personas en el kiosco, y las bancas de la Plazuela Machado. Todo parecía estar en tranquilidad, los meseros del lugar se encontraban preparándose para una noche ardua y laboriosa como siempre, sin embargo no para todos era descansar placidamente, otros sufrían en silencio.
 Las puertas del teatro Ángela Peralta, era lo mas próximo que se podía admirar desde la cafetería, los artistas de música, pintura, y teatro, adornaban a Vivaldi cafetería con el arte que cada uno de ellos reflejaba en sus miradas, la personalidad, y sus actitudes.
Los meseros platicaban en sus momentos de descanso, al llegar al lugar por causa del destino, opte por sentarme en una de las mesas de la cafetería para disfrutar de un buen café, la intención era pasar una tarde agradable. Al minuto los meseros, se dirigieron hacia mí, para tomarme el pedido. Ignorando saber porque había llegado a ese lugar. Metí mi mano a la bolsa de color verde que llevaba la de la suerte, pude darme cuenta de que había olvidado mi cartera en la casa de unas amigas. El joven mesero continúo preguntándome -¿Cuál es su pedido señorita? No pude contestar la cara se me caí de vergüenza, mi primera alternativa fue cambiar el tema de conversación, hablando de la bonita infraestructura de Vivaldi Arte Café. Al pasar los minutos y seguir conversando del mismo tema, el joven se mostraba impaciente, por irse atender a otras mesas. Le pedí que lo hiciera, utilizando como excusa de que esperaría a una persona, antes de ordenar. Solo esperaba el momento en que se diera la vuelta, para lograr retirarme sin que se diera cuenta. La mayor sorpresa fue que el joven mesero pudo percatarse de que si no ordenaba era por alguna razón, y le pidió al chef, que me preparara un café.

Al costado de mi mesa, las personas en Vivaldi  Arte Café, disfrutaban de la música instrumental del lugar, de la comodidad de sus sillas y muebles, además de sus excelentes servicios.
Por alguna circunstancia el destino me había guiado a ese lugar. Ya acompañada de una taza de café, el mesero nuevamente regresó a conversar conmigo, hablando de Vivaldi, la figura responsable del nombre de la cafetería. Músico y compositor italiano de Barroco, siendo un autor de serie de conciertos para violín y orquesta. Hombre que por su vida y trayectoria en el mundo del arte, habría hecho famosa la cafetería.



A mi nariz podía llegar el olor de lo que se preparaba en la cocina, y de los platillos suculentos que se encontraban sobre una mesa de cristal. Colocados en los platos, se veían las ensaladas Vivaldi, con mezcla de lechugas y verduras frescas, emparedados, y pan para escoger focaccia, baguette tradicional francés.

El mesero continuaba con sus labores, con una actitud servicial, que hacía que el cliente se sintiera en confianza, y alegre.  
Al pasar 10 minutos de mi estancia en las afueras de la cafetería, disfrutaba del sabor del buen café Vivaldi. Mirando a mí alrededor pude darme cuenta que en Vivaldi Arte Café, prepararlo y servirlo no era solo un servicio, es también un tema de plática, un motivo de conversación; el café de repente en ese lugar se vuelve polvo magnético para socializar.

El chef de Vivaldi tuvo sus inicios en la cocina hace 5 años, donde aprendió las nociones básicas de extracción, los tipos de molienda, los grados de tueste del grano de café, y los lugares de donde vienen los mejores granos. Es un café con sabor único con ingredientes que solo son reservados para el personal de la cafetería.
Los meseros repetían gustosos que cada taza de café lleva un poco de amor de quien la prepara, sintiéndose orgullosos de poder ofrecer un buen café a sus clientes.
Entre las excentricidades del mundo cafetalero, revisé nuevamente mi bolsa, y pude encontrar mi cartera, me sentía tan gusto, que no dude en llamar nuevamente al mesero, le pedí una malteada de oreo. Enseguida me ofreció prepararme el mismo producto pero con un toque de caramelo y café molido. Es muy satisfactoria que haya personas que te atienden con amabilidad, y servicio, porque me fui contenta no solo por la taza de café y la malteada, sino porque tuve la oportunidad de compartir un poco de lo que hago en mi vida, con las personas de esa cafetería.





 Los cafés se han convertido en un punto de reunión para la gente, una alternativa para las parejas, amigos y personas, que prefieren un espacio íntimo para convivir.

Vivaldi café se encuentra ubicado en Centro histórico de Mazatlán Sinaloa.





Karen Sarahi Vargas Osuna




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