Construido en el centro
de la ciudad, grande y oloroso, todo un micro universo de la vida urbana de los
consumidores y locatarios, es el mercado de los mazatlecos. El 14 de Febrero de 1915 y luego del triunfo de la
Revolución constitucionalista en contra de Victoriano Huerta, se decretó el
cambio de nombre del inmueble que de llamarse Romero Rubio pasó a ser el
Mercado José María Pino Suárez, en honor del vicepresidente de México que en
febrero de 1913 fuera asesinado junto con Francisco I. Madero, un año después
de haber visitado Mazatlán para inaugurar el tramo ferroviario de Tepíc a esta ciudad.
Seis entradas
llenas de pasillos en sus interiores, le dan una forma de laberinto. El Mercado
más antiguo del Municipio, se encuentra triste y partido, junto con sus
locatarios de toda la vida a punto de cumplir sus 114 años de existencia el 5
de mayo del presente año. El primer súper Mercado más importante de Mazatlán
vive la pena más grande de toda su historia.
Pues al querer remodelar el inmueble, sin importar el bienestar de los más de 300 concesionarios del Mercado, y aquí donde es donde me pregunto: ¿dónde quedan tantas historias, cuantas generaciones no han pasado y siguen trabajando de eso, comen, visten, calzan?. Y no solo afectan a los mazatlecos, también al turismo, es algo típico y cultural del Puerto.
Su estructura de hierro y
acero lo hacer ver imponente, su construcción usando las técnicas, similares con las que se sostiene la
Torre Eiffel, en París Francia hacen que este edificio represente el progreso y refinamiento cultural de
los habitantes del puerto.
Foto Sol de Mazatlán(Interior del Mercado Pino Suárez)
Se utilizaron en la obra 143
mil kilogramos de hierro fundido, 113 mil 370 kilogramos de acero doble “T”,
“U” y “ANGULAR”, 28 mil kilogramos de hierro forjado, 49 mil 530 kilogramos de
láminas de hierro acanalado para techos, 584 metros cúbicos de mampostería.
En los pasillos exteriores,
queda su olor de mariscos, escuchar el ruido viejo de
motores en los desgastados camiones que llegan desde la central de abastos, descargando los camiones llenos de carnes o frutas, hombres fuertes que día tras día buscan los sustentos de su familia, rostros
llenos de vejez, como el mercado mismo. Historias que van y vienen.
Y es que el Mercado tiene
más historias que contar que un mismo viejo, las personas que viven del trabajo
y el esfuerzo, se encuentran llenos de nostalgia y tristeza, y es que, que fácil
sería juzgarlos de que no quieren progresar, pero el amor que le tienen a esta
forma de vida es algo inigualable. Son años de desvelos y sacrificio, donde
los comerciantes salen de sus hogares para empezar el día. Las puertas del
“Palacio de Hierro” como era llamado antes el Mercado, se abren a las 5 de la
mañana para que sus consumidores lleguen a disfrutar de los diferentes
productos que existen. Los consumidores que llegan
desde temprano, para adquirir los productos frescos, son parte de la calles más trascurridas
del Mercado. Como son las Calles, Benito Juárez y Aquiles Serdán. En el fondo
del mercado se esconde un mundo mágico, lleno de risas, albures, de gritos y
ofrecimientos, es como entrar en un lugar desconocido, lleno de fantasías.
Foto Sol de Mazatlán (Mercado José Pino Suárez)
Este recinto es más importante, que una administración que solo viene por tres años y se va. Mucho más grande que sus 114 años de existencia. En particular no entienden el amor que los vendedores, consumidores y turistas le tienen al gran inmueble José María Pino Suárez. Aquí se han vivido anécdotas imborrables, para los visitantes como para las personas locales.
Es un diamante no solo para
Mazatlán. Sino a nivel nacional donde
se le coloca como uno de los más importantes, ricos de la historia y la
cultura. Es considerado un tipo de estructura del inmueble y el tiempo durante
el cual ha permanecido con las puertas abiertas al servicio de la sociedad.
El
mercado está agonizando junto con sus locatarios y sus consumidores, la
historia y la cultura no la podemos dejar de lado y la importancia que es para
los turistas, como para los “patas salada”.
Respetemos
la jerarquía de este inmueble, esa
grandeza que tiene, honremos a los locatarios que día con día, se levanta en la
mañana para sustentar a sus familias y que el mercado siga vivo, sigamos
dejando que José María Pino Suarez escriba mucho más historias entres su
pasillas, locatarios, consumidores y turistas que siga creciendo cada vez más.
Christian Pablo Bernal
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